jueves, 3 de junio de 2010

ARGUMENTOS SOBRE CAUSA NECESARIA

Causa Necesaria según Hume

a) Todo conocimiento depende de la experiencia, tanto las sensaciones, que son más vivaces, como las ideas, menos vivaces. Las sensaciones provienen directamente de los sentidos, pero en rigor toda representación, sea una sensación o una idea, proviene directa o indirectamente de la experiencia sensorial.

b) Las cuestiones de hecho no son reductibles a relaciones de ideas. Esta es la gran aportación de Hume, porque la primera conclusión ya había sido alcanzada de alguna forma por empiristas anteriores, como por ejemplo J. Locke. Por esta razón en lo que sigue se sintetizará especialmente esta segunda conclusión.


En el racionalismo se privilegiaba el primer tipo de conocimiento por ser universal y necesario. Hume, sin embargo, no privilegia ninguno de ambos y por ello, no puede reducirse el conocimiento fáctico o empírico al conocimiento racional.
Cabe recordar aquí que las proposiciones racionales son necesarias pero no nos procuran nuevo conocimiento sobre el mundo, mientras que las proposiciones empíricas no son necesarias pero sí nos informan sobre él.
Ahora bien. Por qué Hume afirma que lo empírico no puede reducirse a lo racional? Para responder a esta pregunta, Hume toma el concepto de causa, central en este texto.

Criticando el concepto de causa de filósofos anteriores, señala que ninguna observación empírica nos autoriza a sostener que el efecto esté incluído en la causa, la relación causal no es satisfactoria, porque dos percepciones que van siempre juntas no implica que haya una conexión causal necesaria entre ellas, necesariedad que sí aparece por ejemplo en las proposiciones racionales antes indicadas. Sin embargo -sigue razonando Hume- tenemos una tendencia a creer que sí hay una conexión causal entre dos fenómenos espacio-temporalmente contiguos, y por ello se detiene en el estudio de la creencia humana.

Entiende Hume que toda creencia es una idea, o sea, una percepción débil, poco vivaz que nosotros vivimos con la intensidad de una vivencia inmediata, aunque no se trata de una experiencia inmediata como puede serlo una sensación. La conclusión a la que llega Hume es que en definitiva, es el sujeto quien determina las vinculaciones causales, vinculaciones que en rigor no están en nuestra experiencia sino en nuestras creencias. La creencia en una vinculación efectiva entre causas y efectos se deriva de una sensación real, a saber, el movimiento mismo que mentalmente hacemos cuando pasamos automáticamente de la causa al efecto, y viceversa.

Fragmento "Investigación sobre el entendimiento humano"

"Todo el mundo admitirá sin reparos que hay una diferencia considerable entre las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor que produce el calor excesivo o el placer que proporciona un calor moderado, y cuando posteriormente evoca en la mente esta sensación o la anticipa en su imaginación. Estas facultades podrán imitar o copiar las impresiones de los sentidos, pero nunca podrán alcanzar la fuerza o vivacidad de la experiencia, sentiment inicial. Lo más que decimos de estas facultades, aun cuando operan con el mayor vigor, es que representan el objeto de una forma tan vivaz, que casi podríamos decir que lo sentimos o vemos. Pero, a no ser que la mente esté trastornada por enfermedad o locura, jamás pueden llegar a un grado de vivacidad tal como para hacer estas percepciones absolutamente indiscernibles de las sensaciones. Todos los colores de la poesía, por muy espléndidos que sean, no pueden pintar objetos naturales de forma que la descripción se confunda con el paisaje real. Incluso el pensamiento más intenso es inferior a la sensación más débil”.


1 comentario:

  1. Podemos observar que una distinción semejante a ésta afecta a todas las percepciones de la mente. Un hombre furioso es movido de manera distinta que aquel que sólo piensa esta emoción. Si se me dice que alguien está enamorado, puedo fácilmente comprender lo que se me da a entender y hacerme adecuadamente cargo de su situación, pero nunca puedo confundir este conocimiento con los desórdenes y agitaciones mismos de la pasión. Cuando reflexionamos sobre nuestros sentimientos e impresiones pasadas, nuestro pensamiento es un espejo fiel, y reproduce sus objetos verazmente, pero los colores que emplea son tenues y apagados en comparación con aquellos bajo los que nuestra percepción original se presentaba. No se requiere ninguna capacidad de aguda distinción ni cabeza de metafísico para distinguirlos.Podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes e intensas comúnmente son llamadas pensamientos o ideas; la otra especie llamémoslas impresiones. Con el término impresión, queremos dar a entender nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, vemos, sentimos, amamos, odiamos, deseamos o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia, cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos mencionados. En nuestra opinión, Locke fue conducido indebidamente a tratar esta cuestión por los escolásticos que, valiéndose de términos sin definir, alargaban sus disputas, sin alcanzar jamás la cuestión a tratar. Penetran todos los razonamientos de aquel gran filósofo sobre ésta, así como sobre la mayoría de las demás cuestiones.

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